|
|
PAUL
RABINOW
:
"PODER/CONOCIMIENTO: MICHEL FOUCAULT: UN DIÁLOGO SOBRE LA PRISIÓN". Michel Foucault:Un diálogo sobre la prisión...Traducción de Fabio A. Marulanda V. Entrevistador: J. J. BROCHIER BROCHIER: UNA
DE LAS intenciones de “VIGILAR Y
CASTIGAR” es criticar ciertas áreas en blanco en los estudios de historia.
Tú anotas por ejemplo que ninguno había jamás escrito o inclusive pensado en
escribir la historia de las prácticas de examinación. Ésto es difícil de
creer. FOUCAULT: HISTORIADORES
ASÍ COMO filósofos, historiadores críticos de la literatura, han estado
acostumbrados a una historia la cual tiene únicamente en cuenta lo que está en
apogeo, los grandes acontecimientos. Pero ahora, a diferencia de otros, los
historiadores están mucho más dispuestos a tratar temas “innobles.” El
surgimiento de éstos elementos plebeyos en la historia data de hace cincuenta años
ó más. Ésto quiere decir que he tenido muy pocos problemas al hablar acerca
de ésto con los historiadores. Tú nunca oirás a un historiador decir lo que
uno u otro escribió acerca de Buffon y Ricardo en un increíble periódico
llamado “Raison Présente:” FOUCAULT sólo se preocupa únicamente
de mediocridades”. BROCHIER: EN
TU ESTUDIO de las prisiones, tú al parecer lamentas la ausencia de ciertas
clases de fuentes de información, por ejemplo, monografías sobre prisiones en
particular. FOUCAULT : DE
MOMENTO LA gente está recurriendo considerablemente a la forma monográfica,
pero ya no tanto en términos de estudiar un objeto en particular sino el de una
demostración aparente en ese momento en el cual un cierto tipo de discurso es
producido y formado. Qué podría ésto significar actualmente al escribir un
estudio de una prisión en particular o de un hospital psiquiátrico? Cientos de
tales estudios fueron escritos en el siglo XIX, la mayoría sobre hospitales,
relacionados con las historias de las instituciones, cronologías de sus
directores y así sucesivamente. Hoy, escribir una monografía histórica de un
hospital exigiría hacer el archivo completo del hospital que surge en el
movimiento de su formación como un discurso en el proceso de su constitución
en sí mismo, y la interacción al mismo tiempo con el desarrollo del hospital y
de sus instituciones, cambiándolas y reformándolas. Lo que uno trataría así
de reconstruir sería el enredo de un discurso en el proceso histórico, en la
dirección de lo que Faye ha hecho con el discurso totalitario.[1]
ESTABLECER
UN CORPUS de fuentes de información hace en efecto plantear un problema para mi
investigación, pero ésto es indudablemente un problema diferente de lo que uno
ha encontrado, por ejemplo, en las lingüísticas. Con la lingüística ó con
las investigaciones mitológicas es necesario primero tomar un cierto corpus,
definirlo y establecer los críterios de su constitución. En la más fluída área
que estoy estudiando, el corpus es en un sentido indefinido: nunca será posible
constituir el conjunto de los discursos sobre la locura como una unidad, incluso
restringiéndose uno mismo a un país ó a un período en particular. Con las
prisiones allí no tendría sentido en limitarse uno mismo en los discursos
acerca de las prisiones; justamente tan importantes son los discursos los cuales
emergen dentro de la prisión, las decisiones y las regulaciones las cuales están
alrededor de sus elementos constitutivos, los significados de su funcionamiento,
junto con sus estrategias, sus discursos encubiertos y sus tretas, artimañas
que no son finalmente ejecutadas por una persona en particular, pero las cuales
son a pesar de todo de corta vida y garantizan la permanencia y funcionamiento
de la institución. Todo ésto tiene que ser traído completamente por el
historiador. En mi opinión ésta tarea consiste más bien en hacer todos éstos
discursos visibles en sus conexiones estratégicas que en constituirlos como
unidades, para la exclusión de todas las otras formas de discursos. BROCHIER : TÚ
DEFINES UN momento como punto central en la historia de la represión: la
transición de la aplicación de castigos a la imposición de vigilancia. FOUCAULT: ESO
ES CORRECTO, —el momento donde se llegó a entender que era más eficiente y
lucrativo en los términos del poder económico situar a la gente bajo
vigilancia que someterlos a algún castigo ejemplar. Éste momento corresponde
en el tiempo con la formación, gradual en algunos aspectos y rápido en otros,
de un nuevo modo de ejercicio de poder en el siglo XVIII y comienzos del siglo
XIX. Nosotros todos sabemos acerca de las grandes revueltas, de los cambios
institucionales los cuales constituyen un cambio del régimen político, la
forma en la cual la delegación del poder en la parte de arriba del sistema del
Estado es modificada. Pero pensando en los mecanismos de poder, estoy pensando
en su forma de existencia capilar allí donde el poder se mete en lo más pequeño
de los individuos, toca sus cuerpos y se mete en sus acciones y actitudes, sus
discursos, aprehendiendo los procesos de la vida diaria. El siglo XVIII inventó,
por decirlo así, un régimen sinóptico de poder, un régimen de su ejercicio dentro
del cuerpo social, más bien que desde
arriba de el. El cambio en las formas oficiales del poder político estuvo
vinculado a éste proceso, pero únicamente por medio de cambios y de
desplazamientos. Ésta más-o-menos coherente modificación en la pequeña
escala de las formas de ejercicio del poder fue hecho posible sólamente por un
fundamental cambio estructural. Fue la fundación de éste nuevo escenario,
capilar forma de poder la cual obligó a la sociedad a eliminar ciertos
elementos tales como las cortes y los reyes. La mitología de la soberanía ya
no era posible una vez más que una cierta clase de poder estaba siendo ejercida
dentro del cuerpo social. El soberano por lo tanto se volvió un personaje fantástico
y a la misma vez arcaico y monstruoso. Así,
allí existe una cierta correlación entre los dos procesos, global y local,
pero no uno absolutamente sólo. En Inglaterra la misma modificación capilar
del poder ocurrió como en Francia. Pero allí el personaje del rey, por ejemplo,
fue desplazado dentro del sistema de representaciones políticas, más bien que
eliminado. Por lo tanto uno no puede decir que el cambio en el nivel capilar del
poder está absolutamente atado a los cambios institucionales en el nivel de las
formas centralizadas del Estado. BROCHIER: TÚ
DEMUESTRAS QUE tan pronto como la prisión fue constituída en sus formas de
vigilancia, comenzó a secretar su propia materia prima, a saber, delincuencia. FOUCAULT: MI
HIPÓTESIS ES que la prisión fue vinculada desde sus comienzos a un proyecto
para la transformación de los individuos. Las
personas tienden a suponer que la prisión era una clase de vertedero para
criminales, un vertedero cuyas desventajas empezaron a hacersen evidentes
durante su aplicación, dando origen a la convicción de que las prisiones tenían
que ser reformadas y hechas con la intención de transformar a los individuos.
Pero ésto no es cierto: tales textos, programas e informes de intención
estuvieron allí desde el comienzo. La prisión estaba destinada para ser un
instrumento comparable —y no menos perfecto que— la escuela, el cuartel, o
el hospital actuando con precisión sobre sus sujetos individuales. EL
FRACASO DEL proyecto fue inmediato, y era visible virtualmente desde el comienzo.
En 1820 ya se entendía que las prisiones, estaban muy lejos de transformar a
los criminales en honestos ciudadanos, servía únicamente para crear nuevos
criminales y para llevar a los criminales existentes, incluso hacia un grado de
criminalidad mucho más profundo. Fue
allí que luego tomó lugar, como siempre en la mecánica del poder, una estratégica
utilización de lo que había sido experimentado como una desventaja. Las
prisiones manufacturaban delincuentes, pero los delincuentes resultaron siendo
utilizados en el campo económico tanto como en el político. Los criminales caían
de maravilla. Por ejemplo, a causa de los beneficios que podían obtenersen
fuera de la explotación sexual, nosotros encontramos el establecimiento en el
siglo XIX de los grandes negocios de prostitución, los cuales se habían hecho
posibles sólamente gracias a los delincuentes quienes sirvieron como medio para
la capitalización de cada día del pago por el placer sexual OTRO
EJEMPLO: TODO el mundo sabe que Napoleon III se sostenía en el poder únicamente
por la ayuda de un grupo consistente, al menos en sus más bajos niveles, de las
comunes leyes para los criminales. Y uno sólamente tiene que ver el temor y el
odio de los trabajadores hacia los criminales durante el siglo XIX para entender
que los criminales estaban siendo utilizados contra ellos, en las batallas políticas
y sociales, como agentes de vigilancia y de infiltración, previniendo y
disolviendo revueltas, paros y así sucesivamente. BROCHIER: ASÍ
QUÉ LOS norteamericanos en el siglo XIX, no fueron ellos los primeros en
utilizar la Mafia para ésta clase de trabajos? FOUCAULT: POR
SUPUESTO QUE no. BROCHIER: ALLÍ
ESTABA EL problema de los trabajos en la prisión también: los trabajadores temían
a la rebaja de sus salarios por la competencia de los trabajos baratísimos
realizados en las prisiones. FOUCAULT: QUIZÁS.
PERO YO me pregunto, si el asunto del trabajo en las prisiones no era
precisamente orquestado así como para constituir ésta hostilidad entre los
delincuentes y los trabajadores la cual era de tal importancia para la mayoría
de los trabajadores del sistema. LO
QUE PREOCUPABA a la burguesía era la clase de amable y tolerada ilegalidad que
fue conocida en el siglo XVIII. Uno debe ser muy cuidadoso para no exagerar ésto:
los castigos por crímenes a los criminales en el siglo XVIII fueron de gran
salvajismo. Pero no obstante, también no es menos cierto que los criminales,
algunos de ellos al menos, fueron perfectamente tolerados por las poblaciones. Allí
no hubo una clase criminal autónoma. Un hombre como Mandrin[2]
fué recibido
a donde él quiso ir, por la burguesía y la aristocracia asi como por los
campesinos y protegido por todos. Pero
una vez más el capitalismo había físicamente confiado la riqueza, en la forma
de la materia prima y de los medios de producción en las masas populares, volviéndose
absolutamente esencial para la protección de éstas riquezas, porque la
sociedad industrial requería que la riqueza estuviera directamente en las manos,
no de sus propietarios, sino de aquellos quienes a través de la labor por poner
esas riquezas a trabajar, lograban obtener un beneficio. Cómo fue ésta riqueza
protegida? Por una rigurosa moral (idad) naturalmente: de ahí la tremenda capa
de moralización depositada sobre la población en el siglo XIX. Consideremos
las grandes campañas para cristianizar a los trabajadores durante éste período.
Era absolutamente necesario constituír al populacho como un subjeto moral y
romper su comercio con la criminalidad, y de ahí, segregar a los delincuentes y
mostrarles que ésta relación era peligrosa no sólamente para los ricos sino
también para los pobres, acosándolos e instigándolos del gravísimo peligro
social. De ahí también el nacimiento de la literatura detectivesca y la
importancia de los “faits divers,”
de las terribles historias de crímenes en los periódicos. BROCHIER: TÚ
NOS MUESTRAS que las clases más pobres fueron las principales víctimas para
los criminales. FOUCAULT: Y
CUANTO MÁS ellos fueron sus víctimas, mucho más ellos tenían temor. BROCHIER: PERO
LOS CRIMINALES fueron reclutados desde el interior de éstas clases. FOUCAULT: SÍ,
Y LAS PRISIONES fueron el grandioso instrumento de reclutamiento. En el momento
en que alguien iba a la prisión un mecanismo se activaba despojándolo de su
estatus civil, y cuando salía él no podía hacer nada excepto volverse un
criminal una vez más. Él inevitablemente caía en las manos de un sistema el
cual lo hacía cualquiera de éstos, o un rufían, un policía o un informante.
La prisión profesionalizó a las personas. En vez de tener unas bandas nómadas
de ladrones —normalmente de gran ferocidad— vagabundos deambulando alrededor
del área rural, como en el siglo XVIII, uno tenía muy de cerca el entorno de
los delincuentes, estructurados perfectamente por la policía: un medio
esencialmente urbano, y uno para quienes los valores económicos y políticos
estuvieron lejos de ser despreciados. BROCHIER: CON
RAZÓN TÚ anotas que las labores penales tienen la peculiaridad de ser
ineficaces. Uno se pregunta entonces, qué rol tuvo en la economía en general. FOUCAULT: TAL
COMO FUE inicialmente concebida, la labor penal era un aprendizaje no tanto como
en esa o en aquella área sino como en las virtudes del trabajo por sí mismo.
Un trabajo insignificante, el trabajo por el trabajo tenía el propósito de
formar a los individuos en la imagen del trabajador ideal. Sinembargo, ésto era
una quimera, pero una de las cuales había sido perfectamente trabajada afuera y
definida por los Quákeros Americanos, con la fundación de las casas de trabajo
y por los Holandeses. Pero luego, desde los finales de 1830, se hizo claro que
en efecto, el objetivo no era reconvertir a los delincuentes en trabajadores,
para hacerlos virtuosos, sino para reagruparlos dentro de un claramente
demarcado fichero, medio en el cual podía servir como una herramienta con fines
políticos o económicos. El problema desde luego no era enseñarles alguna cosa,
sino más bien enseñarles nada, tanto como para estar seguros que ellos no podrían
hacer nada cuando estuvieran afuera de la prisión. El inútil carácter de la
labor penal, el cual fue vínculado inicialmente a un programa didáctico, ahora
llegaba para servir como una estrategia diferente. BROCHIER: TÚ
NO ENCUENTRAS sorprendente que hoy la gente éste volviendo del esquema del
crimen como delincuencia al crimen como infracción, una ilegalidad, volviendo,
ésto es, al curso tomado en el siglo XVIII? FOUCAULT: CREO
QUE LA gran intolerancia de la población por el delincuente, la cual la moral y
la política del siglo XIX se propuso establecer, está en efecto siendo ahora
erosionada. Ciertas
formas de ilegalidad o irregularidades están siendo más y más aceptadas: no
exactamente aquellas las cuales fueron previamente aceptadas y toleradas, tales
como las irregularidades financieras y fiscales, las cuales la burguesía había
sido capaz de continuar sobre el mejor de los términos, sino que también con
la clase de irregularidad que consiste por ejemplo en robar algo de un almacén. BROCHIER: PERO
NO ES a causa de ésto que se haya conseguido saber acerca de ésta primera
clase de irregularidades, la una fiscal y la otra financiera, que la general
actitud hacia “las menores irregularidades” haya cambiado? Hace algún
tiempo, “Le Monde,” publicó unas estadísticas comparando el considerable
daño económico causado por la primera clase de ofensas y el “pequeño” número
de meses o años de encarcelamiento con las cuales éstos fueron castigados, y
la “pequeña” cantidad de daño económico causado por la otra clase de
ofensas (incluyendo crímenes violentos tales como atracos) y el substancial número
de años de prisión dado a los ofensores. El artículo expresó en una forma
escandalosa ésta disparidad. FOUCAULT: ÉSTE
ES UN tema delicado, uno el cual está actualmente bajo discusión alrededor de
grupos de ex-prisioneros. Es absolutamente cierto que en el conocimiento
popular, y, también en el sistema económico presente, una cierta margen de
ilegalidad no es vista como un problema serio, sino más bien como algo
perfectamente tolerable. En América, las gentes saben que los robos y atracos
son un permanente asunto de riesgo para los grandes almacenes. Ellos calculan
aproximadamente cuales son los costos y encuentran que el costo de una efectiva
vigilancia y sistema de seguridad podría ser demasiado alto, y por ésto
antieconómico. Ellos
dejaron las cosas así como están. El seguro paga por ésto, todo ésto es
precisamente parte del sistema. CON
RESPECTO A ésta clase de ilegalidad, la cual parece se ha difundido, estamos
nosotros tratando un asunto dentro de la línea de demarcación entre tolerable,
infracciones toleradas por la ley y serios crímenes, o ésto no es más bien
una simple relajación sobre la parte del sistema el cual consciente de su
propia sólidez puede permitirse aceptar en sus márgenes alguna cosa la cual
después de todo no significa absolutamente una amenaza para éste? Allí
ha habido también claramente un cambio de las actitudes de la gente frente a la
riqueza. La burguesía ya no tiene esa actitud posesiva frente a la riqueza la
cual tuvo en el siglo XIX. LA
RIQUEZA YA no es lo que uno posee, sino de lo que uno obtiene un beneficio. El
acelerado crecimiento de la riqueza, su permanente poder de circulación, el
abandonamiento de la acumulación, la práctica del crédito, la reducción en
la importancia de la riqueza del terrateniente: todos éstos factores tienen el
propósito de hacer parecer al robo no tan escandaloso para la gente, como los
fraudes en la evasión de impuestos. BROCHIER: ALLÍ
HA HABIDO también otro cambio. En los discurso acerca del crimen, la franca
declaración del siglo XIX: “él roba porque él es malo” ha llegado ha
explicar: “él roba porque él es pobre” y también a la actitud de que es
peor robar cuando uno es rico que cuando uno es pobre. FOUCAULT: CIERTO.
SI ESO fuera todo, tal vez uno podría sentirse confiado y optimista. Pero sólamente
con ésto, no hay allí un discurso aclarativo que involucra un número de
peligros? Él roba porque él es pobre, por supuesto, pero nosotros todos
sabemos que toda la gente pobre no roba. Así para éste individuo robar tenía
que haber algo equivocado con él, y ésto es su carácter, su psiquis, su
educación, su consciencia, su deseo. Y con ésto el delincuente es puesto rápidamente,
sino en la penal tecnología de la prisión, o en la tecnología médica, y si
no la del asilo, entonces la de la especializada supervisión. BROCHIER: EL
VÍNCULO QUE tú estableces entre las técnicas penales y médicas y los modos
de represión podrían molestar a algunas personas. FOUCAULT: BIEN,
QUIZÁS QUINCE años atrás era todavía escandaloso decir cosas como esas. Me
he dado cuenta que inclusive hoy los psiquiátras todavía no me han olvidado
por “LA HISTORIA DE LA LOCURA...”
No hace quince días que recibí otra carta más insultándome. Pero pienso
ahora que ésta clase de análisis son mucho más de buena gana aceptados,
cualquiera sea la ofensa que ellos puedan ocasionar, sobre todo, a los psiquiátras
quienes han estado arrastrando sus malas consciencias hace mucho tiempo. BROCHIER: TÚ
MUESTRAS QUE el sistema médico ha servido siempre como un auxiliar al sistema
penal, incluso hoy en que los psiquiátras colaboran con los jueces, los
tribunales y las prisiones. Pero tal vez ésto es injusto para algunos de los jóvenes
doctores que han tratado de liberársen ellos mismos de ésta complicidad. FOUCAULT: TAL
VEZ. DE todas maneras, yo estuve sólamente tratando de señalar unas cuantas
pistas en “VIGILAR Y CASTIGAR.” En
el momento estoy preparando un trabajo sobre la posición de los expertos psiquiátras
en asuntos penales. Trataré de publicar algunos documentos, de los cuales
algunos datan del siglo XIX pero otros son más contemporáneos y son
completamente asombrosos. BROCHIER: TÚ
DISTINGUES ENTRE dos clases de criminalidad, una la cual termina en la policía
y la otra la cual cae en una estética: Vidocq y Lacenaire. FOUCAULT: YO
TERMINÉ MIS análisis con esos cruciales años correspondientes a 1840. Fue
luego que comenzó un largo período de cohabitación de la policía y la
criminalidad. La primera valoración había sido dibujada por el fracaso de la
prisión, la gente sabía que ésta no reformaba sino por el contrario
manufacturaba criminales y criminalidad y éste fue el momento en que el
beneficio correspondiente a éste proceso de producción fue descubierto. Los
criminales podían ser puestos en un buen uso, aunque fuera sólamente para
mantener a otros criminales bajo vigilancia. Vidocq [3]
es muy específico
en ésto. Él salió del siglo XVIII del período Imperial y Revolucionario, en
los cuales él fue por un rato un contrabandista, un rufían y luego un desertor.
Él era uno de esos nómadas quienes circulaban a través de los pueblos, el
campo y la armada. Ese era el viejo estilo de la criminalidad. Luego él fue
absorvido por el sistema. Enviado a los trabajos forzados, surgió como un
informante, convirtiéndose en un policía y terminando como la cabeza principal
de un grupo de detectives. Y sobre un nivel simbólico terminó siendo el primer
gran criminal siendo utilizado ‘como’
un criminal por el aparato de poder. ASÍ
PARA LACENAIRE;[4]
él es la
ficha de otro fenómeno diferente pero relacionado al primero, ese de la estética
o el interés literario que comenzó a sentirse en el crimen: El culto a la estética
del crimen. Hasta el siglo XVIII, los crímenes fueron únicamente celebrados en
dos formas: un modo literario cuando, y a causa de que ellos fueron los crímenes
de un rey; y en el modo popular, se encuentra
en las broadsheets las cuales cuentan las hazañas de Mandrin o de algunos
de los grandes asesinos. Ahí están éstos dos géneros completamente
diferentes. Luego,
alrededor de 1840, apareció la figura del criminal héroe, quien es un héroe
por ser criminal y tampoco es ní aristócrata, ní plebeyo. La burguesía
comenzó a producir sus propios criminales héroes. Ésto fue en el mismo
momento en que se efectuó la separación entre los criminales y las clases
populares: Al criminal no se le puede permitir ser un héroe popular, él tiene
que ser un enemigo de los pobres. La burguesía constituye para sí misma una
estética en la cual el crímen ya no pertenece al pueblo, sino que es una de
esas bellas artes de las cuales la burguesía es capaz de producirlas. Lacenaire
es el modelo de la nueva clase de criminal. Es cierto que sus padres habían
sido culpables de ciertas fechorías, pero el había sido propiamente educado,
estuvo en la escuela y aprendió a leer y a escribir. Ésto lo capacitaba a él
para actuar como un lider en su medio. La forma en que él se refiere a los
criminales es típica. Ellos son animales salvajes, cobardes e incompetentes; él,
Lacenaire, es el frío y lúcido cerebro. Así, el nuevo héroe es creado,
exhibiendo todos los signos y fichas de la burguesía. Ésto nos pone en frente
de Gaboriau y los cuentos de detectives, en los cuales el criminal es siempre de
origen burgués. Tú nunca encontrarás en las novelas de detectives del siglo
XIX un héroe salido de las clases trabajadoras. EL
CRIMINAL ES siempre inteligente, jugando una clase de juego en iguales
condiciones con la policía. Lo que es más divertido es que Lacenaire fue patéticamente
ridículo e inepto. Él siempre soñó con asesinar pero nunca llegó a estar
cerca de hacer ésto. La única cosa que el pudo hacer fue chantajear a los
homosexuales que él aprehendía en los bosques de Boulogne. El único real
crimen que el cometió fue un poco de negocios sucios con un pequeño y viejo
hombre en la prisión. Si Lacenaire estuvo a dos pasos de ser asesinado por sus
compañeros convictos en los trabajos forzados, ésto fue porque ellos pensaban,
sin ninguna duda y con buena razón, que él era un informante. BROCHIER: CUANDO
TÚ DICES que los criminales son utilizados, no podría ser argumentado que
muchas personas miraban al crimen más como una parte de la naturaleza de las
cosas que necesariamente como una cosa política y económica? Podría parecer
que para las sociedades industriales los criminales son un recurso socialmente
menos utilizado que el poder laboral de las clases trabajadoras? FOUCAULT: EN
LOS AÑOS 1840, el desempleo y los trabajos de muy corto tiempo eran fijados por
las condiciones económicas. Había un excedente del poder laboral. PERO
PENSAR QUE el crimen era parte del orden de las cosas fue parte de la
inteligencia cínica del pensamiento burgués del siglo XIX. Uno tenía que ser
tan ingenuo como Baudelaire para pensar que la burguesía es estúpida o
mojigata. Más bien es inteligente y cínica. Tú sólamente tienes que leer lo
que dijo acerca de ella misma, todavía mejor, lo que dijo acerca de otros. A
FINALES DEL siglo XIX, la gente soñaba con una sociedad sin crimen. Y luego, el
sueño se evaporó. El crimen fue demasiado utilizado por ellos, para soñar una
cosa tan loca —o actualmente tan peligrosa— como una sociedad sin crimen. NO
CRIMEN QUIERE decir no policía. Qué hace la presencia y el control de la policía
tolerable, si no el temor a los criminales? Ésta institución de la policía,
la cual es tan reciente y tan opresiva, es únicamente justificada por el temor.
Si nosotros aceptamos la presencia entre nosotros de éstos hombres uniformados,
quienes tienen el exclusivo derecho de cargar armas, quienes demandan por
nuestros papeles, quienes merodean a la entrada de nuestras casas, como podría
ser ésto posible si no hubieran criminales? Y si allí no hubieran artículos
cada día en los periódicos diciéndonos cuán numerosos y peligrosos son
nuestros criminales? BROCHIER: TÚ
ERES MUY “duro” en criminología, tu “locuaz discurso” tus
“interminables alegatos.” FOUCAULT: HAZ
LEÍDO ALGUNA vez textos sobre criminalidad? Éstos son aburridos. Y yo digo ésto
sin asombro, ní agresividad, porque yo fallo para comprender como el discurso
de la criminología a sido capaz de llegar hasta esos niveles. Uno tiene la
impresión de que ésto es de tal utilidad, es una necesidad tan apremiante y se
ha vuelto tan vital para los trabajadores del sistema, que inclusive no es
necesario buscar una teórica justificación por si misma, o inclusive una
simple y coherente estructura. Es enteramente utilitario. Yo pienso que uno no
necesita investigar porque un discurso tan “erudito” se volvió tan
indispensable para el funcionamiento del sistema penal del siglo XIX. Lo que lo
hizo necesario fue la coartada, empleada desde el siglo XIX, que si uno imponía
un castigo sobre un cuerpo, ésto no era para castigar lo que él había hecho,
sino para transformar lo que él es. A partir de éste momento, un juicio penal,
en otras palabras decir a alguien, “nosotros cortaremos tu cabeza, o te
pondremos en prisión, por lo que tú has hecho de ésta o esa manera,” es un
acto el cual ya no tiene sentido. Una vez tú suprimes la idea de la venganza,
la cual fue el acto de una soberanía amenazada en su gran soberanidad por el
crimen, el castigo puede únicamente tener un significado dentro de una tecnología
de la reforma. Y los jueces ellos mismos han hecho el cambio, sin esperar y sin
siquiera tener conocimiento de el hecho, de un veredicto el cual todavía retenía
las connotaciones punitivas a otros los cuales ellos no podían justificar en su
propio vocabulario excepto sobre la condición de ser transformadores de la
persona condenada. Sinembargo ellos saben perfectamente bien que el instrumento
garantizado para ellos, la pena de muerte, anteriormente las colonias
penitenciarias, hoy el encarcelamiento, no reforman a nadie. Por lo tanto aquí
existe la necesidad de darle la palabra a esos quienes producen un discurso
sobre el crimen y a los criminales los cuales justificarán las medidas en
cuestión. BROCHIER: EN
GENERAL, EL discurso criminológico es únicamente utilizado para darle a los
jueces un semblante de buena conciencia? FOUCAULT: SÍ:
O MÁS bien es indispensable para permitirles a ellos juzgar. BROCHIER: EN
TU LIBRO sobre Pierre Riviere,[5]
es un
criminal el que está hablando y escribiendo. Pero a diferencia de Lacenaire, él
cargó con su crimen hasta el final. Primero que todo, cómo tu encontraste éste
asombroso texto? FOUCAULT: POR
CASUALIDAD, MIENTRAS trabajaba sistemáticamente a través de los reportes
penales de los médicos-legales y expertos psiquiátras publicados en períodicos
especializados del siglo XIX. BROCHIER: NO
ES EXTREMADAMENTE raro para un iletrado o escazamente letrado campesino ponerse
en el problema de escribir cuarenta páginas narrando y explicando su crimen? FOUCAULT: ES
UN RELATO totalmente extraño. Se puede decir sinembargo, y, ésto es lo que me
llamó la atención, que en tales circunstancias escribir sus historias de vidas,
sus recuerdos y experiencias fue una práctica encontrada en un gran número de
casos, y, particularmente en las prisiones. Alguien llamado Appert, uno de los
primeros filántropos que visitaron un gran número de colonias penitenciarias,
y prisiones, logró que algunos prisioneros escribiéran sus memorias y
subsecuentemente alguno de éstos fragmentos fueron publicados. En América
también uno encuentra jueces y médicos haciendo ésto. Ésta fue la primera
gran explosión de curiosidad acerca de los individuos quienes estaban deseando
transformarsen y para aquellos para quienes la transformación necesitaban
adquirir un cierto savoir, y, una
cierta técnica. Ésta curiosidad acerca de la criminalidad ciertamente no existía
en el siglo XVIII, cuando ésta curiosidad existía, era simplemente una forma
de saber si la persona acusada había realmente hecho de lo que había sido
acusada; una vez se establecía ésto, la tarifa era fijada. LA PREGUNTA, ¿QUÉ clase de individuo es éste que ha sido capaz de
cometer éste crimen?,[6]
es una nueva
pregunta. Pero esto no es suficiente para explicar la historia de Pierre Rivière,
porque Rivière aclaró que él había tratado de comenzar a escribir su memoria
inclusive antes de cometer su crimen. EN
ÉSTE LIBRO nosotros no quisimos conducir una especie de análisis de Rivière,
si psicológico, psicoanalítico o lingüístico, sino más bien hacer visibles
a los mecanismos médicos y jurídicos que circundaron ésta historia. El resto
nosotros lo dejamos a los psicoanalístas y a los criminologístas. Pero lo que
es asombroso es que éste texto, el cual dejó a los expertos en silencio en ese
tiempo, los ha dejado igualmente en silencio hoy. BROCHIER: YO
SUBRAYE UNA frase en “LA HISTORIA DE LA
LOCURA...” donde tú dices que
nosotros debemos “liberarnos de las cronologías históricas y de los ordenes
sucesivos y de todas las formas de perspéctiva progresiva.” FOUCAULT: ÉSTA
ES UNA cosa que le tengo que agradecer a los historiadores de las ciencias. Yo
he adoptado la precaución metodológica y el radical pero no agresivo
escepticismo, el cual lo he hecho un principio no para considerar el punto en el
tiempo donde nosotros estamos parados ahora, sino como la consecuencia de una
teológica proyección la cual podría ser nuestro problema para ser
reconstruido históricamente: Ese escepticismo mirándolo en nosotros mismos y
en lo que nosotros somos, nuestro aquí y ahora, podría prevenirnos de asumir
que lo que nosotros tenemos ahora es mejor que —o más que— en el pasado. Ésto
no quiere decir no intentar reconstruir los procesos regenerativos, sino que
nosotros debemos hacer ésto sin imponer sobre ellos una categorización
positiva o una valoración. BROCHIER: AÚN
SABIENDO QUE las ciencias hace mucho tiempo comparten el postulado que el hombre
progresa? FOUCAULT: NO
SON LAS ciencias quienes dicen eso, sino más bien la historia de las ciencias.
Y yo no digo que las humanidades no progresan. Yo digo que es un mal método
plantear el problema así: “Cómo es ésto que nosotros hemos progresado?”
El problema es: Cómo éstas cosas pasan? y lo que pasa ahora no es
necesariamente mejor o más avanzado, o mejor entendido, que lo que pasó en el
pasado. BROCHIER: TUS
INVESTIGACIONES ESTÁN respaldadas sobre cosas triviales, o las cuales se hacen
triviales porque ellas no son “visibles.”
Por ejemplo yo encuentro ésto sorprendente, que las prisiones están en las
ciudades, y todavía nadie las ve. O
ésto otro, si uno ve una, uno se pregunta vagamente si eso es una prisión, una
escuela, un cuartel o un hospital. Tu libro es un importante trabajo porque el
pone ante nuestros ojos una cosa que nadie había podido ver previamente. Ésto
puede en un sentido decirse tanto más de ciertos otros recientes y detallados
estudios, tales como uno acerca del campesinado y del sistema fiscal en la Bas
Languedoc durante 1880-1882, como de tu estudio de un fenómeno capital como es
el de la prisión el cual nadie había mirado. FOUCAULT: EN
UN SENTIDO así es como la historia ha sido siempre estudiada. El hacer visible
lo que era previamente invisible puede algunas veces ser el efecto de la
utilización de un lente de aumento. En lugar de estudiar las instituciones monárquicas
desde el siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, uno puede estudiar
exhaustivamente las institución de el Conseil d´En Haut desde la muerte de
Henry IV hasta la ascensión de Luis XIII. Ésto es todavía el mismo dominio de
objetos, pero los objetos han sido magnificados. Hacer visible lo invisible
puede también significar un cambio de nivel, dirigiéndolo uno mismo hacia un
estrato de material el cual no había tenido hasta ahora ninguna referencia para
la historia y el cual no había sido reconocido como si tuviera algún valor
moral, estético, político o histórico. Hoy es por si mismo evidente que los métodos
del tratamiento de la locura forman parte de la historia de la razón. Pero ésto
no era por si mismo evidente cincuenta años atrás, cuando la historia de la
razón queria decir Platón, Descartes y Kant o, Arquimedes, Galileo y Newton. BROCHIER: PERO
EN TU “HISTORIA DE LA LOCURA.…”
allí había aún una clase de juego de espejos, una simple antinomia entre razón
y sinrazón, la cual está ausente cuando tú escribes ahora “las historias
son escritas de la congenitalidad ciega de los niños lobos y de la hipnósis.
Pero quien escriba la historia de las prácticas de examinación, una historia más
general, más indefinida, pero más determinada también...en ésta simple técnica
está implicado un completo dominio de conocimiento y unas especies completas de
poder.” FOUCAULT: MECANISMOS
DE PODER en general nunca han sido muy estudiados por la historia. La historia
ha estudiado a aquellos quienes se han mantenido en el poder —anécdotas históricas
de reyes y generales; contrastadas con éstas allí han estado las historias de
los procesos económicos y de las infraestructuras. De nuevo, a diferencia de éstas,
nosotros hemos tenido historias de instituciones, de las que han sido vistas
como un nivel superestructural, con relación a la economía. Pero el poder en
sus estrategias, de una vez general y detallado, y sus mecanismos nunca han sido
estudiados. Lo que ha sido estudiado incluso menos, es la relación entre el
poder y el conocimiento, la articulación de cada uno sobre el otro. Para los
humanistas ha sido una tradición asumir que una vez que alguién consigue el
poder deja de saber. El poder vuelve a los hombres locos, y aquellos quienes
gobiernan están ciegos; sólamente aquellos quienes conservan su distancia del
poder, quienes de ninguna manera están involucrados en las tiranías,
encerrados en su poêle cartesiano,
sus espacios, sus meditaciones, únicamente ellos pueden descubrir la verdad. AHORA‚
YO HE estado tratando de hacer visible la constante articulación, yo pienso que
hay algo de poder en el conocimiento y de conocimiento en el poder. Nosotros no
podríamos estar contentos diciendo que el poder tiene una necesidad de tal o
cual descubrimiento, tal cual forma de conocimiento, pero nosotros podríamos
agregar que el ejercicio de poder por si mismo crea y ocasiona el surgimiento de
nuevos objetos de conocimiento y acumula nuevos cuerpos de información. Uno no
puede entender nada acerca de la ciencia de la economía si uno no sabe como el
poder y el poder económico son ejercidos en cada día de nuestra vida. El
ejercicio del poder crea perpetuamente conocimiento, y, a la inversa, el
conocimiento constantemente induce efectos de poder. La jerarquía de la
universidad es únicamente lo más visible, la más esclerótica y menos
peligrosa forma de éste fenómeno. Uno tiene que ser realmente un naive
para imaginarse que los efectos de poder vinculados al conocimiento tiene su
culminación en las jerarquías universitarias. DIFUNDIDOS,
Y, PELIGROSAMENTE atrincherados, ellos actúan en otros lugares más que en la
persona del viejo profesor. EL
HUMANISMO MODERNO está por lo tanto equivocado al dibujar ésta línea entre
conocimiento y poder. El conocimiento y el poder están integrados el uno con el
otro, y, aquí no hay motivo para soñar en un tiempo cuando el conocimiento
deje la dependencia del poder; esta es justamente una forma de revivir al
humanismo en un utópico modo. No es posible para el poder ser ejercido sin el
conocimiento, es imposible para el conocimiento no engendrar poder. “Liberar
las investigaciones científicas de las demandas del monopolio capitalista:”
quizas éste sea un buen slogan, pero ésto nunca dejará de ser más que un slogan. BROCHIER: TÚ
PARECES HABER conservado tu distancia de Marx y del Marxismo; éste era un
reproche que ya estaba siendo dirigido a tu trabajo acerca de “LA
ARQUEOLOGÍA DEL SABER.” FOUCAULT: SIN
DUDA. PERO allí hay también una clase de juego limpio que yo juego con éste.
Yo frecuentemente cito conceptos, textos y frases de Marx pero sin sentirme
obligado a agregar la marca autenticada de una nota al pie de la página o con
una frase elogiosa para acompañar la anotación. Hace tanto que uno hace ésto,
que uno es considerado como alguien que conoce y reverencia a Marx, y, ésto
puede ser sumamente respetado en los así llamados periódicos marxistas. Pero
yo cito a Marx sin decirlo, sin comillas, y como la gente es incapaz de
reconocer los textos de Marx, yo pienso ser alguien que no cita a Marx. Cuando
un físico escribe un trabajo sobre física, siente él la necesidad de citar a
Newton y a Einstein? Él los utiliza a ellos, pero él no cita las comillas, los
pie de nota y, el eulogístico comentario para probar como él está
completamente siendo fiel al pensamiento de su maestro. Y, como otros físicos
saben lo que Einstein hizo, lo que el descubrió y probó, ellos pueden
reconocerlo a él en lo que el físico escribió. Es imposible en el momento
actual escribir historia sin usar un rango completo de conceptos directamente o
indirectamente vinculados al pensamiento de Marx y situarse uno mismo dentro de
un horizonte de pensamiento el cual ha sido definido y descrito por Marx. Uno
podría preguntarse que diferencia podría haber actualmente entre ser un
historiador y ser un Marxista. BROCHIER: ASÍ
QUE TÚ podrías considerar la expresión “Historiador Marxista” como un
pleonasmo, así como el crítico de cine dijo acerca del “Cine Americano. FOUCAULT: MÁS
O MENOS. Y es dentro de éste horizonte general del pensamiento definido y
codificado por Marx que la discusión debe tomar su punto de partida con
aquellos quienes se llaman a si mismos Marxistas porque ellos juegan a un juego
en donde las reglas no son Marxistas, sino “comunistológicas,”
en otras palabras definido por los partidos comunistas quienes deciden como tú
tienes que utilizar a Marx así como para ser declarado por ellos ser un
Marxista. BROCHIER: Y
QUÉ ACERCA de Nietzsche? A mi me parece que su presencia, difusa pero creciente,
ha llegado finalmente a figurar en el pensamiento contemporáneo durante los últimos
diez años o más como una oposición a la hegemonía de Marx. FOUCAULT: EN
REALIDAD ACTUALMENTE, yo prefiero permanecer callado acerca de Nietzsche. Cuando
yo estuve enseñando filosofía frecuentemente acostumbraba leer a Nietzsche,
pero no puedo hacer ésto nunca más ahora. Si yo quisiera ser pretensioso, yo
podría aprovechar “La Genealogía
de la Moral” como el título general de lo que yo estoy haciendo. Fue
Nietzsche quien especificó las relaciones de poder como el punto central, podríamos
decir, de los discursos filosóficos —donde para Marx fueron las relaciones de
producción. Nietzsche es el filósofo del poder, quien consiguió pensar el
poder sin tener que confinarlo él mismo dentro de una teoría política para
lograr hacerlo así. LA
PRESENCIA CONTEMPORÁNEA de Nietzsche es considerablemente importante. Pero yo
estoy cansado de que la gente lo estudie a él sólamente para producir la misma
clase de comentarios que están escribiendo sobre Hegel o Mallarmé. Para mí,
yo prefiero utilizar los escritores que yo quiera. El único tributo válido a
un pensamiento tal como el de Nietzsche es precisamente utilizarlo, para
deformarlo, para hacerlo crujir y protestar. Y si los cometaristas luego dicen
que yo estoy siendo fiel o infiel a Nietzsche, eso es absolutamente de ninguna
importancia. [1] J. Faye, Theorie du Récit, y Languages Totalitaires (Hermann, Paris, 1972). [2]
Mandrin (1725-1755), un célebre bandido en el sur de Francia. Especializado
en robar a los contribuyentes de impuestos terratenientes; conocido por su
respeto por la propiedad privada, por suerte fue retirado de varias
expediciones de castigo. [3] Vidocq, liberado de la prisión sobre las ordenes del prefecto de policía en 1809 y puesto en cargo de un escuadrón de detectives ex-convictos. Despedido de la policía en 1832 acusado de robo. Sus hazañas fueron novelizadas por Balzac y fueron célebres por la publicación de sus memorias (en dos versiones, las auténticas y las apócrifas). [4]
El “tranquilo cinismo” de
Lacenaire en su juicio se dice haber impresionado al público parisino “romántico.”
Sus memorias fueron publicadas con gran éxito antes de su ejecución en
1836. [5] M. FOUCAULT (ed.), I, PIERRE RIVIÈRE...,( Penguin Books, Harmonds-worth, 1978). [6] Ésta pregunta en inglés “What is this individual who has committed this crime ?” en una traducción literalmente pierde la fuerza de lo que se quiere decir. “What is this...” para ser más enfáticos se refiere a la forma cuando uno pregunta a alguien acerca de un crimen atróz que ha sido cometido por alguien, “ ¿Quién fue el ‘salvaje’ que se atrevió a cometer tal crimen?” ó ésta otra forma de preguntar “¿ Que clase de ‘monstruo’ se atrevió a cometer tal crimen?. En éste contexto según FOUCAULT, la pregunta es nueva en ese momento. (N. de T.).
|
Enviar correspondencia a la siguiente direccion: Daavar@yahoo.com con preguntas,
sugerencias o comentarios acerca de este portal de Internet.
|