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LAWRENCE D. KRITZMAN.    "MICHEL FOUCAULT, POLÍTICA, FILOSOFÍA, CULTURA. ENTREVISTAS  Y OTROS  ESCRITOS 1977-1984".

Michel Foucault:

Minimalista de Si...

Traducción de Fabio A. Marulanda V.

 

Michel Foucault:

MINIMALISTA DE SI [1]

Entrevistador: Stephen Riggins

Michel Foucault raramente hablaba de sí mismo. En realidad él despreciaba el discurso que se dió a conocer como biografía intelectual. Sinembargo, ésta discusión con Stephen Riggins muestra algunas suspicacias del filósofo quien encontraba su vida personal “sin interés” (“uninteresting”) y prefería permanecer siempre anónimo. De sus comentarios anecdóticos concernientes a la búsqueda de una austeridad monástica y un “ethos” cultural del silencio para la transformación de sí mismo y hasta de su propio conocimiento, Foucault se auto-retrató más o menos como “Minimalist Aesthetic Experience.” Esta entrevista fué grabada en inglés y publicada en el “Canadian Journal Ethos” en el otoño de 1983. (Nota del Traductor).

STEPHEN RIGGINS:

Una de las muchas cosas que un lector inesperadamente puede aprender de su actividad como lector, es el aprecio por el silencio. Usted escribió acerca de la libertad que ésto posibilita, y de sus múltiples causas y significados.

Por ejemplo, usted dijo en su último libro que existe no uno sino muchos silencios. Sería correcto deducir que existe en ésto un fuerte elemento auto-biográfico?

FOUCAULT:

Pienso que cualquier niño que haya sido educado en un medio católico, justamente antes o durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo la experiencia de que hubo muchas y diferentes maneras de hablar, así como de muchas maneras de silencio. Hubo algunas maneras de silencio que implicaron mucha hostilidad y otras que manifestaban profunda amistad, emocional admiración, incluso amor. Recuerdo muy bien que cuando me encontré con el director de cine Danielt Schmidt, quien me visitó, no recuerdo para que propuesta, nosotros nos dimos cuenta unos pocos minutos después, que realmente no teníamos nada para decirnos el uno al otro. Así nos quedamos acerca de las tres de la tarde hasta la media noche. Nosotros bebimos, fumamos picadura, y cenamos. Y no creo que nosotros hayamos hablado más de veinte minutos durante éstas diez horas. A partir de éste momento una estrecha amistad surgió. Fue para mí la primera vez que una amistad fue originada estrictamente por nuestro comportamiento silencioso. Quizás una otra característica de ésta apreciación del silencio esté relacionada por la obligación de hablar. Viví cuando niño en una pequeña población en un ambiente provincial en Francia y la obligación de hablar, de conversar con los visitantes, fue para mí a veces un tanto extraña y muy aburrida.

Frecuentemente me preguntaba por qué las personas tenían que hablar. El silencio podría ser una manera mucho más interesante de relacionarse con las personas.

STEPHEN RIGGINS:

En la cultura de los indios Norte-Americanos es mucho más grandioso el aprecio por el silencio, que en las sociedades de lengua inglesa y supongo que mucho más que en las sociedades de lengua francesa también.

FOUCAULT:

Sí, vea usted, pienso que el silencio es una de aquellas cosas que han sido desafortunamente omitidas en nuestra cultura. Nosotros no tenemos una cultura del silencio; nosotros no tenemos una cultura de cualquier tipo de suicidio.

Pienso que los japoneses sí. A los jóvenes Romanos o a los jóvenes Griegos, les enseñaban a quedarsen en silencio, en muchas diferentes ocasiones de acuerdo a las personas con quienes ellos iban interactuando. Es ésto de momento lo que creo merece seguirse cultivando. Estoy a favor del desarrollo del silencio como un “ethos” cultural.

STEPHEN RIGGINS:

Usted parece tener una fascinación con otras culturas y no sólo del pasado; durante los primeros diez años de su carrera usted vivió en Suecia, Alemania Occidental y Polonia.

Ésto podría parecer una carrera muy atípica para un académico francés. Puede usted explicar por qué dejó Francia y por qué, cuando usted regresó aproximadamente en 1961, se dejó correr el rumor que usted podría tener preferencia para vivir en Japón?

FOUCAULT:

Hay un “snobismo” más o menos anti-chovinista en Francia ahora. Espero que ésto que voy a decir no sea asociado con éstos grupos de personas. Quizás si fuera un americano o un canadiense podría sufrir de algunas características de la cultura norteamericana. De todos modos, he tolerado y sinembargo he soportado quieto una serie de cosas en la vida social y cultural francesa. Ésta fue la razón por la que dejé Francia en 1955. Circunstancialmente, en 1966 y 1968 también pasé dos años en Túnez por razones puramente personales.

STEPHEN RIGGINS:

Puede usted darme algunos ejemplos de los aspectos de la sociedad francesa que ha tenido que soportar?

FOUCAULT:

Bien, pienso que, en el momento que dejé Francia, la libertad individual estuvo muy bruscamente limitada allí. En ese momento Suecia, estaba supuesto para ser un país mucho más libre. Y allí tuve la experiencia de tener una cierta clase de libertad, no exactamente con los mismos efectos pero con tantos efectos restrictivos como en una sociedad directamente restrictiva. Ésto fue una importante experiencia para mí. Además tuve la oportunidad de pasar un año en Polonia donde, claro las restricciones y el poder opresivo del partido comunista eran realmente completamente diferentes. En un demasiado corto período de tiempo, tuve la experiencia de una antigua tradicional sociedad, como fué Francia a comienzos de 1940 y finales de 1950, y de la nueva libre sociedad cual fue Suecia. No digo que tuve la experiencia de todas las posibilidades políticas, pero fue un ejemplo de que las posibilidades de las sociedades de occidente eran esas en ese momento. Esa fue una buena experiencia.

STEPHEN RIGGINS:

Cientos de americanos fueron a París en los años veinte y treinta por exactamente las mismas razones que usted dejó Francia en los años cincuenta.

FOUCAULT:

Sí. Pero en ese momento no creo que ellos hayan venido a París en busca de libertad. Ellos viajaron para saborear una antigua y tradicional cultura. Ellos fueron a Francia como pintores fueron a Italia en el siglo XVII para ver una agonizante civilización. De todas maneras, usted sabe, nosotros muy frecuentemente tenemos la experiencia de mucha más libertad en países extranjeros que en nuestro propio país. Como extranjeros nosotros podemos ignorar todas esas obligaciones implícitas, que no están en la ley, pero que están de manera general en el comportamiento. En segundo lugar, sólo cambiando nuestras obligaciones estamos sintiendo o experimentando un cierto tipo de libertad.

STEPHEN RIGGINS:

        Si usted no se molesta, permítame retornar nuevamente a sus tempranos años en París. Entiendo que usted trabajó como un psicoanalista en el Hospital Santa Ana en París.

FOUCAULT:

                   Sí, trabajé allí poco más que dos años creo.

STEPHEN RIGGINS:

Y usted ha comentado que se identificaba más con el paciente, que con el personal de trabajo. Seguramente ésto es muy atípico para alguien que es un psicoanalísta o psiquiátra.

Por qué sintió usted, particularmente de ésta experiencia, la necesidad de radicalmente cuestionar la siquiatría, cuando textualmente muchas otras personas estaban satisfechas al tratar de refinar los conceptos que eran ya predominantes...?

FOUCAULT:

...Actualmente.

No fui nombrado oficialmente. Estuve allí estudiando psicología en el hospital Santa Ana.

Ésto fue a comienzos de 1950. Allí no hubo un claro “status” profesional para los psicólogos en un hospital mental. Así siendo un estudiante en psicología –estudié primero filosofía y luego psicología– tuve un muy extraño “status” allí. El “jefe de personal” fue muy especial conmigo y me permitió hacer cualquier cosa que deseara. Pero sin descuidar lo que debía estar haciendo; fui libre para hacer cualquier cosa. Estuve en realidad en una posición entre el grupo de trabajo y los pacientes, y ésto no fue mi mayor mérito, y no fue porque tuviera una aptitud especial, fue a consecuencia de ésta ambiguedad en mi “status” que me obligó a mantenerme a distancia del grupo de trabajo.

Estoy seguro que no fue por mi mérito personal, porque dejé todo ésto en el momento en que empecé a sentir cierto malestar.

Fue solamente unos pocos años después cuando comencé a escribir sobre la historia de la psiquiatría que éste malestar, de ésta personal experiencia, tomó la forma de una crítica histórica o de un análisis estructural.

STEPHEN RIGGINS:

        Fue ésto una cosa inusual en el hospital Santa Ana? Podría ésto haber generado a los empleados una impresión particularmente negativa de la siquiatría?

FOUCAULT:

        Oh no. Fue algo típico en los grandes hospitales, como usted puede imaginarse y debo decir que fue el mejor de la mayoría de los grandes hospitales, de las provincias de los pueblos de la provincia que visité después. Fue uno de los mejores en París. No, ésto no fue terrible. Ésto fué precisamente la cosa que resultó importante. Quizás si hubiera estado haciendo ésta práctica de trabajo en un hospital de provincia pequeño, hubiera creído que los fracazos pudieran haber sido el resultado de su localización o de su particular inadecuación.

STEPHEN RIGGINS:

Usted ha mencionado, precisamente las provincias francesas, en una en la cual usted ha nacido, de una manera despectiva; no obstante, tiene usted algunos recuerdos cariñosos de su crecimiento en Poitiers entre los años 1930 y 1940? [2]

FOUCAULT:

Oh sí. Mis recuerdos son bastantes, uno no puede decir que son exactamente desconocidos, pero al menos descubro ahora cuando trato de recordar éstas impresiones, que casi todos los grandes recuerdos sentimentales que tengo están relacionados con la situación política. Recuerdo muy bien que sentí uno de mis primeros grandes sustos cuando el Canciller Dollfuss fue asesinado por los Nazis, creo que en 1934. Ésto está algo muy lejos para nosotros ahora. Muy poca gente recuerda la muerte de Dollfuss. Recuerdo muy bien que estuve realmente muy asustado por ésto. Pienso que ésto fue mi primer fuerte susto con la muerte. También recuerdo que refugiados de España llegaron a Poitiers. Y recuerdo las disputas en la escuela con mis compañeros de clase acerca de la guerra en Etiopía. Pienso que los muchachos y muchachas de ésta generación fueron marcados en su niñez por éstos grandiosos acontecimientos históricos.

La amenaza de la guerra fue nuestra educación, nuestros marcos de existencia. Luego vino la guerra. Mucho más que nuestras vidas en familia, fueron éstos eventos acerca del mundo los que son la esencia de nuestros recuerdos. Digo “nuestros” porque estoy casi seguro que la mayoría de muchachos y muchachas en Francia en éste momento tuvimos la misma experiencia. Nuestra vida privada fue realmente amenazada. Puede ser ésta la razón por la que estoy fascinado por la historia y las relaciones que hay entre mi experiencia personal, y, éstos acontecimientos de los cuales nosotros formamos parte; pienso que ésto es el núcleo de mis deseos teóricos.[Riéndose...].

STEPHEN RIGGINS:

        Usted quedó fascinado por éste período aunque usted nunca escribió acerca de ésto.

FOUCAULT:

        Sí, por supuesto.

STEPHEN RIGGINS:

Cual fue el origen de su decisión de volverse un filósofo?

FOUCAULT:

        Usted sabe, nunca tuve el proyecto de volverme un filósofo. No sabía que hacer con mi vida. Y pienso que ésto también es algo característico de mi generación. Nosotros no sabíamos a la edad de diez u once años, si podríamos pasar a Alemania o quedarnos en Francia. Nosotros no sabíamos si podríamos morir en el bombardeo y así terminar. Cuando tenga sesenta o setenta pensaré solamente una cosa: la vida en la escuela fué un medio protector de amenazas exteriores, de políticas. Y siempre estuve fascinado por las condiciones de vida, por la protección de un medio erudito en un medio intelectual.

El conocimiento es para mí, eso que pueda funcionar como una protección de la existencia individual y para la comprensión del mundo exterior. Pienso que ésto es así. El conocimiento es una manera de supervivencia para el entendimiento.

STEPHEN RIGGINS:

        Puede usted decirme un poco acerca de sus estudios en París? Hay alguien quien tuvo una especial influencia, sobre el trabajo que usted hace hoy, o algún profesor con quien usted éste agradecido por alguna razón personal?

FOUCAULT:

        No, fui discípulo de Althusser, y en ese momento las principales corrientes filosóficas en Francia fueron el Marxismo, Hegelianismo y la Fenomenología. Tengo que decir que he estudiado ésto, pero lo que me dio en los primeros años el interés para hacer mi trabajo personal fue la lectura de Nietzsche.

STEPHEN RIGGINS:

        Una entrevista que no es en francés, es probable que tenga un muy pobre entendimiento de los resultados de la rebelión de Mayo de 1968 y usted dijo unos días después, que éste resultado en la gente, sería más sensible para su trabajo. Puede usted explicar por qué?

FOUCAULT:

        Pienso que antes de 1968, por lo menos en Francia, usted tenía que ser lo mismo que un filósofo marxista, o un fenomenologísta o un estructuralista y de ninguna manera me adherí a éstos dogmas. El segundo punto es que en éste momento en Francia estudiando la psiquiatría o la historia de la medicina no representaba un “status” real en la esfera política. Nadie estaba interesado en ésto. La primera cosa que paso después de Mayo del 68 fué que el marxismo como un marco dogmático declinaba y una nueva política, nuevos intereses concernientes a la vida personal aparecían. Ésta es la razón por la que pienso que mi trabajo no tuvo casi resonancia, con la excepción de un muy pequeño círculo, antes del 68.

STEPHEN RIGGINS:

        Algunos de éstos trabajos se encuentran en el primer volumen de “La Historia de la Sexualidad”, tal como el libro de la “Sociedad Victoriana”, “ Mi Vida Intima”, está cargado con fantasías sexuales. Podría ésto ser un valor en su enfoque explícitamente sobre las fantasías sexuales y la creación de una arqueología de ellas más bien que una de la sexualidad?

FOUCAULT:

        [Riéndose...] No, no traté de escribir una arqueología de fantasías sexuales. Traté de hacer una arqueología del discurso acerca de la sexualidad que es realmente la relación entre lo que nosotros hacemos, lo que nosotros estamos obligados a hacer, lo que a nosotros nos está prohibido hacer en el campo de la sexualidad y lo que a nosotros nos está permitido, prohibido, u obligados a decir acerca de nuestro comportamiento sexual. Éste es el punto. No es un problema de fantasías; es un problema de verbalización.

STEPHEN RIGGINS:

        Puede usted explicar como llegó a la conclusión de que la represión sexual que caracterizó el siglo XVIII y XIX en Europa y Norte-America y que aparece de ésta manera bien documentada históricamente, fue un hecho ambiguo y que debajo de ésto estarían trabajando fuerzas en la dirección opuesta?

FOUCAULT:

        En efecto, no es el problema de negar la existencia de la represión. Una de las representaciones de ésta represión, es siempre una parte de una estrategia política mucho más compleja con respecto a la sexualidad. Éstas cosas no están simplemente reprimidas. Hay acerca de la sexualidad una parte de regulaciones anormales en las cuales los efectos negativos de ésta inhibición, se compensan por los positivos efectos del estímulo. La vía en la cual la sexualidad en el siglo XIX por ambos lados estuvo reprimida pero también puesta en evidencia, subrayada, analizada a través de técnicas como el psicoanálisis y la psiquiatría‚ demostrando muy bien que ésto no fue una simple cuestión de represión. Ésto fue mucho más que un cambio en las economías de comportamientos sexuales  en nuestra sociedad.

STEPHEN RIGGINS:

En su opinión cuales son de los más notables ejemplos que soportan sus hipótesis?

FOUCAULT:

        Uno de ellos es la masturbación en los niños. Otro es la histeria, y todo el alboroto acerca de las mujeres histéricas. Éstos dos ejemplos demuestran, y desde luego, represión, prohibición, interdicción y así sucesivamente. Pero el hecho que la sexualidad de los niños se vuelva un problema para los padres, un lío, una fuente de inquietud, tuvo bastantes efectos sobre los niños y sobre los padres. El cuidado de la sexualidad de sus hijos no fue sólo una cuestión de moralidad para los padres sino también una cuestión de placer.

STEPHEN RIGGINS:

Placer en que sentido?

FOUCAULT:

        Excitación sexual y satisfacción sexual.

STEPHEN RIGGINS:

Para los mismos padres?

FOUCAULT:

Sí. Llámelo violación, si usted quiere. Hay textos que están muy cerrados para una sistematización de la violación.

Violación por los padres de la actividad sexual de sus hijos.

Para intervenir en ésta personal actividad secreta de la cual fue objeto la masturbación‚ no representó algo neutral para los padres. Es no solamente un asunto de poder, o de austeridad, o de ética, es también un placer. No ésta usted de acuerdo con ésto? Sí, hay placer en la prohibición. El hecho que la masturbación fue así estrictamente prohibida para los niños fue naturalmente la causa de la ansiedad, ésto fue también una razón para la intensificación de su actividad, por mutua masturbación y por el placer de una comunicación secreta entre los niños acerca de éste tema. Todo ésto dió una cierta forma para la vida en familia, para la relación entre niños y padres, y para la relación entre niños.

Todo ésto tiene, como resultado no solamente represión sino, una intensificación en ambas partes de ansiedades y de placeres. No quiero decir que el placer de los padres fue el mismo como el de los niños o que ésto no fue represión. Trato de encontrar el origen de ésta absurda represión.

Una de las razones porque ésta estúpida prohibición de la masturbación, fue mantenida por largo tiempo, fue a causa de éste placer y ansiedad y todo el tejido emocional acerca de ello.Todo el mundo sabe muy bien que es imposible prevenir a un niño de la masturbación. No es científicamente evidente que ésto sea nocivo. Uno puede estar seguro que ésto es por lo menos [Riéndose…] el único placer que realmente no es nocivo. Porque estuvo prohibido por tan largo tiempo en ese momento? En lo mejor de mi conocimiento, usted no pudo encontrar más que dos o tres referencias en toda la literatura Greco-Latina acerca de la masturbación. Ésto no fue importante. Se supone que fue, en la civilización Griega y Latina una actividad en ambos casos para esclavos y sátiros. [Riéndose...] Ésto no fue importante para hablar acerca de ello por ciudadanos libres.

STEPHEN RIGGINS:

Nosotros vivimos en un punto en el tiempo en el que hay grandes incertidumbres acerca del futuro. Uno ve visiones apocalípticas del futuro reflejadas muy bien en la cultura popular. “My Dinner with Andre” de Louis Malle, por ejemplo.[3]

No es característico que un clima parecido de sexo y reproducción venga a ser una preocupación y de ésta manera, escribiendo una historia de la sexualidad podría ser sintomático de éste tiempo?

FOUCAULT:

No, no estaría de acuerdo con ésto.

Primero, la preocupación por la relación entre sexualidad y reproducción parece haber sido fuerte, por ejemplo, en las sociedades Griega y Romana y en la sociedad burguesa del siglo XVIII y XIX ninguna. Lo que me llama la atención es el hecho que ahora la sexualidad parezca ser una cuestión sin directa relación con la reproducción. Es su sexualidad como su personal comportamiento el cual es el problema.

Tomé la homosexualidad, por ejemplo. Pienso que una de las razones por las que el comportamiento homosexual no haya sido en el siglo XVIII y XIX, un importante tema, haya sido debido a la consideración de si un hombre podía tener hijos, que hizo además que tuviera poca importancia.

Durante el siglo XIX, comienza a verse que el comportamiento sexual era importante para la definición del individuo mismo. Y ésto es algo nuevo. Y es muy interesante ver que antes del siglo XIX conductas prohibidas, incluso fueron muy severamente castigadas, eran siempre consideradas un exceso, un “libertinaje”, como algo exagerado. Conducta homosexual era únicamente considerada como un cierto exceso del comportamiento natural, un instinto que es difícil guardarse dentro de ciertos límites.

Desde el siglo XIX vemos que el gusto de la homosexualidad comienza a ser considerado como una anormalidad. Cuando digo que fue libertinaje no estoy diciendo que fue tolerada.

Pienso que la idea de la caracterización individual a partir del comportamiento sexual, no fue encontrada o muy raramente antes del siglo XIX. “Dime cuales son tus deseos y te diré quien eres.” Este asunto es característico del siglo XIX.

STEPHEN RIGGINS:

        No pudiera parecer más bien que el sexo podría ser llamado “el secreto de la vida.” Tiene alguna cosa para decir al respecto?

FOUCAULT:

Naturalmente que no es “el” secreto de la vida ahora, desde que la gente pueda manifestar al menos ciertas formas generales de sus preferencias sexuales sin ser infestado o castigado. Pero que la gente tranquilamente considera, y está invitada a considerar, que el deseo sexual es capaz de revelarles su profunda identidad.

La sexualidad no es “el,”pero es tranquilamente un síntoma, una manifestación de que es el mayor secreto en nuestra individualidad.

STEPHEN RIGGINS:

        En la próxima pregunta, quiero primero preguntarle si al parecer es insignificante, y si ésto es así, me puede explicar por qué pienso que era digno de preguntarse. Tiene lo bello un especial significado para usted?

FOUCAULT:

Pienso que ésto es válido para todo el mundo. [Riéndose...].

Estoy corto de vista, pero no ciego al punto que ésto no tenga significado para mi. Por qué hizo usted ésta pregunta? Estoy asombrado, he dado a usted pruebas que no soy insensible ante lo bello.

STEPHEN RIGGINS:

Una de las cosas acerca de usted, que es muy impresionante, es la clase de austeridad monacal en la que vive.

Su apartamento en París es completamente blanco; usted también evita todos los “objetos de arte” que decoran así muchos hogares franceses.

El tiempo que estuvo en Toronto durante el pasado mes, usted ha vestido ropas tan simples como pantalones blancos, una camiseta blanca, y una chaqueta negra de cuero. Usted sugirió que quizás la razón por la que le gusta demasiado el blanco es que en Poitiers durante los años treinta y cuarenta fue algo imposible para el interior de las casas que fueran completamente blancas.

Usted está hospedado aquí en una casa, cuyos muros blancos están decorados con negras figuras recortadas de esculturas y usted comentó que aprecia especialmente la claridad y la fuerza del negro puro y del blanco.

Hay también una notable frase en  “La Historia de la Sexualidad:” “Esa aústera monarquía del sexo.” Usted no pone la imagen del sofisticado francés quien hace un arte afuera comiendo bien.

También usted es la única persona francesa que conozco que me ha dicho que prefiere la comida americana.

FOUCAULT:

Sí por supuesto, [Riéndose...]. Un buen sanduche de tres pisos con una coca-cola. Eso es mi placer. Ésto es verdad. Con helado. Eso es cierto.

En realidad pienso que tengo real dificultad en experimentar placer. Pienso que el placer es una muy difícil conducta. Ésto no es tan simple como que [Riéndose...] disfrutar uno mismo. Y debo decir que ésto es mi sueño. Quisiera, y eso espero, morirme de una sobredosis [Riéndose...]‚ de algún tipo de placer. Porque pienso que ésto es realmente difícil y siempre tengo la sensación que no siento “el” placer, el completo y total placer, y para mi, ésto está relacionado con la muerte.

STEPHEN RIGGINS:

Por qué dices ésto?

FOUCAULT:

Porque pienso que el sentimiento de placer que puedo considerar como “el” real placer podría ser así de profundo, así de intenso, así de aplastante que no se podría sobrevivir a ello. Podría morir. Quiero darle un claro y simple ejemplo. Una vez fuí golpeado por un carro en la calle. Estuve caminando. Y quizás por dos segundos tuve la impresión que estaba muriendo y fue realmente un muy, muy intenso placer. El clima era maravilloso. Ésto fue a las siete en punto en el verano. El sol estaba descendiendo. El cielo estaba muy maravilloso y azul y así sucesivamente.

Así fue, así de apacible es ahora, uno de mis recuerdos. [Riéndose...].

Hay también el hecho que algunas drogas son realmente importantes para mi, porque ellas son la mediación, para esos increiblemente placeres que estoy buscando y que no soy capaz de experimentar, de proporcionarme, por si mismo. Es verdad que un vaso de vino, un buen vino, añejo y así sucesivamente, puede ser disfrutable, pero ésto no es para mi. Un placer debe ser alguna cosa increiblemente intensa. Pero pienso que no soy el único que quiere ésto.

No soy capaz de darme a mi mismo esos medios registros que halagan cada día la vida. Tales placeres no son para mi y no soy capaz de organizar mi vida para hacerle lugar a ellos. Ésta es la razón por la que no soy un ser social, porque no soy realmente un ser cultural, porque así estaría aburrido en cada día de mi vida. [Riéndose...]. Es aburrido vivir conmigo. [Riéndose...].

STEPHEN RIGGINS:

Frecuentemente cita libros de Roman Rolland, quien es el escritor francés romántico, por decirlo así “visuels” para quien la música fue unicamente un ruído. A pesar que ésta anotación es una obvia exageración, el más reciente análisis tiende a apoyar ésto.

Muchas referencias de pintores se encuentran en algunos de sus libros, pero poco de música. Es usted también representante de ésta característica de la cultura francesa que Rolland ha llamado la atención?

FOUCAULT:

Sí, por supuesto. En realidad la cultura francesa no dio lugar para la música, o casi muy poco lugar. Pero es un hecho que en mi vida personal la música ha jugado un papel bien importante. El primer amigo que tuve cuando tenia veinte años fue músico.

Luego mucho después, tuve otro amigo que fue un compositor y quien está muerto ahora.

Directamente con él, conocí toda la generación de Boulez. Ésto ha sido muy importante para mi experiencia. Primero, porque tuve contacto con el tipo de arte cual fue para mi realmente enigmático. No fui competente en todo en éste campo; no estoy quieto. Pero siento la belleza en algunas cosas que han sido bastante enigmáticas para mi. Existen algunas piezas de Bach y Webern de las cuales disfruto pero lo que es para mi realmente bello es una “phrase musicale, un morceau de musique,” que no pueda entender, de algunas cosas que no pueda decir nada acerca de ello. Tengo la opinión, quizás, ello es demasiado arrogante o presuntuoso, que podría decir algo acerca de algunas o de la mayoría de las maravillosas pinturas en el mundo. Por ésta razón ellas no son absolutamnete bellas.

De todas maneras, he escrito algunas cosas acerca de Boulez. Lo que ha sido para mi la influencia de vivir con un músico por varios meses. Porque ésto fue importante incluso en mi vida intelectual.

STEPHEN RIGGINS:

Si le entiendo correctamente, artistas y escritores respondieron a su trabajo más positivamente en el comienzo, que filosófos, sociólogos, u otros académicos.

FOUCAULT:

           Sí, eso es cierto.

STEPHEN RIGGINS:

           Hay una especial afinidad en su estilo de filosofar y las artes en general?

FOUCAULT:       

        Bien, pienso que no estoy en una buena posición para responderle. Usted sabe, odio tener que decir ésto, pero es verdad que no soy un buen académico. Mi trabajo intelectual está relacionado con lo que usted podría llamar esteticismo, que significa transformado por uno mismo. Creo que mi problema es ésta extraña relación entre conocimiento, saber, teoría, y historia real. Se muy bien, y sabia ésto desde el momento cuando era un niño, que el conocimiento no puede hacer nada para transformar el mundo. Quizás estoy equivocado. Y estoy seguro y estoy equivocado desde el punto de vista teórico para saber muy bien que el conocimiento ha transformado el mundo.

            Pero si mé refiero a mi propia experiencia personal tengo el sentimiento que el conocimiento no puede hacer nada por nosotros y el poder político puede destruirnos. Todo el conocimiento en el mundo no puede hacer nada contra ésto. Todo ésto está relacionado no para que piense teóricamente –pienso que ésto es un error– pero hablo desde mi personal experiencia. Se que el conocimiento puede transformarnos, que la verdad no es la única vía para descifrar el mundo –y podría ser que a lo que nosotros llamamos verdad no descifre nada– pero ésto si lo se, la verdad podría cambiarnos. O tal vez podríamos morir pero pienso que ésta es la misma vía para mi. [Riéndose...].

Usted sabe, ésto es así porque a mi me gusta trabajar como un condenado y he trabajado como un condenado toda mi vida.

No estoy interasado en el “status” académico que he alcanzado porque mi problema es mi propia transformación. Ésta es también la razón, también el porque, cuando la gente dice, “bien, usted pensó ésto unos pocos años atrás y ahora usted está diciendo otra cosa,” mi respuesta es, [Riéndose...] “bien, usted piensa que he trabajado como todos éstos años para decir el mismo pensamiento y no ser cambiado? Ésta transformación de uno mismo por su propio conocimiento es, pienso, una cosa más bien cerrada para la experiencia estética. Porque podría trabajar un pintor si él no es transformado por su propia pintura?”

STEPHEN RIGGINS:

Además de la dimensión histórica hay un asunto ético comprometido en “La Historia de la Sexualidad?” No está usted diciéndonos de alguna manera como actuar?

FOUCAULT:

No. Si usted quiere decir por ética un código que podría decirnos como actuar, en éste caso naturalmente, “La Historia de la Sexualidad” no es una ética. Pero si por ética usted quiere decir la relación que usted tiene con usted mismo cuando actua, entonces podría decir que es el propósito para ser unas éticas, o al menos para demostrar que podrían ser unas éticas del comportamiento sexual. Ésta podría ser, una que no podría ser dominada por el problema de la profunda verdad o de la realidad de nuestra vida sexual. La relación que pienso que nosotros necesitamos tener con nosotros mismos cuando tenemos sexo, son unas éticas de placer, o de intensificación de placeres.

STEPHEN RIGGINS:

Muchas personas lo ven a usted como alguien que es capaz de decirles la verdad profunda acerca del mundo y acerca de ellos mismos. Como experimentas ésta responsabilidad? Como un intelectual, usted se siente responsable ante ésta función de vidente, de escultor de mentalidades?

FOUCAULT:

Estoy seguro que no soy capaz de darle a ésta gente lo que ellos esperan. [Riéndose...] Nunca me comporte como un profeta. Mis libros no le dicen a la gente que tienen que hacer. Y ellos frecuentemente me reprochan por no ser así –y puede ser que ellos tengan razón– y en el mismo momento me reprochan por comportarme como un profeta. He escrito un libro acerca de la historia de la psiquiatría desde el siglo XVII hasta muy cerca del siglo XIX. En éste libro dije casi nada acerca de la situación contemporánea, pero la gente tiene todavía la lectura de ésto como una posición de la anti-psiquiatría. Una vez fui invitado a Montreal para asistir a un simposio acerca de psiquiatría. Desde el primer momento rechace la invitación para ir allí ya que no soy un psiquiatra, aunque sí he tenido alguna experiencia, una muy pequeña experiencia como lo dije al comienzo‚ pero ellos me aseguraron que me invitaban como historiador de la psiquiatría para hacer un discurso de introducción. Ya que a mi me gusta la ciudad de Quebec, acepte ir. Y fue realmente una trampa, porque fui presentado por el presidente de ésta asociación, como “el” representante en Francia de la Anti-psiquiatría.

Naturalmente, allí estuvo gente muy querida quienes nunca han leído una línea de lo que he escrito y ellos se quedaron convencidos de que era un anti-psiquiátra.

No hice otra cosa que escribir la historia de la psiquiatría de comienzos del siglo XIX. Por qué debería así mucha gente, incluyendo psiquiatras, creer que soy un anti-psiquiatra? Ésto es así porque ellos no son capaces de aceptar la historia real de sus instituciones cuales son, naturalmente, un signo de la psiquiatría que comenzó como una pseudo-ciencia. Una real ciencia es capaz de aceptar hasta lo vergonzoso, sucias historias de sus comienzos. [Riéndose...].

Así usted sabe, ésto es a lo que ellos llaman ser profeta. Pienso que nosotros tenemos que liberarnos de ésto. La gente tiene que construir sus propias éticas, tomando como punto de partida el análisis histórico, el análisis sociologico y así sucesivamente, uno puede proveerles a ellos.

Uno puede tenerlos en cuenta. No creo que la gente que trata de descifrar la verdad pueda tener en cuenta los principios éticos o las advertencias prácticas en el mismo momento, en el mismo libro y en el mismo análisis. Toda ésta red tiene que ser elaborada y transformada por ellos mismos.

STEPHEN RIGGINS:

Para un filósofo que ha sido distinguido en las paginas de la revista “Time,” como ocurrió en noviembre de 1981 es una indicación de cierto tipo de “status” de popularidad. Como se sintió por ésto?

FOUCAULT:

Cuando un periodista me pregunta por información acerca de mi trabajo, considero que tengo que aceptar. Usted sabe, nosotros estamos pagando por ésta sociedad, pagando impuesto [Riéndose...] por trabajar. Y realmente pienso que la mayoría de nosotros tratamos de hacer nuestro trabajo lo mejor que podamos. Pienso que es bastante normal que éste trabajo, en cuanto sea posible, sea presentado y se haga accesible para cualquiera. Por supuesto, una parte de nuestro trabajo no puede ser accesible a cualquiera porque es demasiado difícil. La institución a la cual estoy asociado en Francia –no estoy asociado con la universidad, pero si al Colegio de Francia– obliga a sus socios a hacer lecturas públicas, abrirse a quien necesite asesoría, en las cuales nosotros tenemos que explicar nuestro trabajo.

Nosotros estamos a la vez con investigadores y personas quienes tienen que explicar publicamente nuestros trabajos. Pienso que hay en ésto una muy antigua tradición– datada desde el siglo XVI– con algunas cosas muy interesantes. Lo que ésto significa, pienso que es muy importante.

Cuando un periodista viene y me hace preguntas acerca de mi trabajo, trato de responder de la manera más clara que pueda. De todos modos mi vida personal no es en todo interesante. Si cualquiera piensa que mi trabajo no puede ser entendido sin alguna referencia de tal y tal parte de mi vida, acepto considerar la cuestión. [Riéndose...] Estoy listo a responder si lo acepto.

En lo que a mi vida personal se refiere no es interesante, no vale la pena hacer un secreto de ésto. [Riéndose...] Una prueba de ello, puede ser que no valga la pena publicarse ésto...

[1] Lawrence D. Kritzman, Ed. “Politics, Philosophy, Culture: Interviews and Others Writings, 1977-1984; Michel Foucault.” New York, London, Peutledge, 1988.

El significado del Minimalismo se refiere principalmente a un estilo en la pintura y en la escultura que se extendió ampliamente en los años sesenta en reacción contra el expresionismo abstracto.

Su influencia se sintió en la arquitectura, diseño, danza, teatro y la música. Particularmente en las escuelas modernas de música, “el minimalismo” se caracterizó, por la utilización de sonidos y ritmos simples, y cierto tamborileo, con un muy poco embellecimiento o arreglo orquestal complejo. Se caracterizó por la presencia repetitiva de formas con un obsesivo estructural rigor y a menudo ritmo repetitivo con efecto hinóptico. En consideración , ser Minimalista, es ofrecer no más de lo que es requerido o esencial, y estar en favor de un acercamiento moderado a un conjunto de objetivos mínimos de los cuales las expectativas son mínimas para alcanzar el éxito de un programa. (Nota del Traductor).

[2] Michel Foucault nació en 1927 en Poitiers (Francia), James Miller en un texto publicado en 1993, titulado “The Passion of Michel Foucault” dice que en el momento de su muerte el 25 de junio de 1984 Foucault tenía cincuenta y siete años.

Fue tal vez el más famoso intelectual en el mundo a quien sus libros, ensayos y entrevistas le han sido traducidos en diez y siete idiomas. (Nota del Traductor).

[3] Louis Malle director de cine francés, quien murió el 25 de noviembre de 1995 en los Angeles, California, a la edad de sesenta y tres años, siempre estuvo dispuesto a sorprender con sus obras. “Duende del séptimo arte” daba rienda suelta a su espíritu libre y curioso que al ritmo de sus pasiones le permitió edificar una obra sumamente rica y variada.

En 1977 se autoexilió  en Estado Unidos donde rodó Atlanty City con Burt Lancaster, que recibió el León de Oro en el Festival de Venecia.

Mi Cena con André” y “La Bahía del Odio” ésta última se refiere a los refugiados vietnamitas convertidos en pescadores en Texas. (Nota del Traductor).

 

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